Corderitos blancos

Prendidos a los corderitos
blancos de tu pecho
se quedaron mis ojos
esperando cerrarse
sobre sus tibios cuerpos
a medianoche en el lecho.

Y me envolví en el abrigo
de tus fuertes brazos
olvidando la lluvia,
el frío de invierno
y el viento que golpeaba
ventanas y techos.

Desperté antes del alba,
tú estabas dormido
y yo te besaba
mientras en lo alto del cielo
sobre su manto antes negro,
mil estrellas brillaban.

María Elena Astorquiza V.

No hay comentarios.

Con tecnología de Blogger.