Señor de las estrellas

Dime tú, señor de las estrellas
por qué quitaste de mis ojos
la hermosa luz de su mirada
enclavada en dos luceros,
si sus pupilas encendidas
que al mirar me derretían
y me ahogaban en suspiros
aunque yo tratara ser de roca,
bajaban ligeras desde el cielo
con la primera luz del alba
a pintar de oro mis cabellos
y a dibujar un beso en mi boca.

Dime tú, señor de las estrellas
si escondiste de mí también la luna
que entraba rauda a través de mi ventana
como si yo guardase en mi lecho una fortuna
porque desde que sus ojos claros no me miran,
ciegas deambulan en mi pecho las palabras
y la noche es insoportablemente oscura.

María Elena Astorquiza V.


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