Érase un ciruelo
de ramas desnudas
y botones en flor
que en noches de luna
miraba hacia el cielo
buscando a su amor.
Erase una primavera
de azucenas y rosas
y aroma a verbena
y en su tibio regazo
un ciruelo sin hojas
se olvidó de sus penas.
María Elena Astorquiza V.
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