Tormenta

El viento sopla, ruge y dobla
a los árboles erguidos,
va golpeando los cristales,
va gimiendo ensordecido.

La noche es más larga y negra
y el cielo triste se ha dormido
en su cuarto sin ventanas,
sin luna, luceros ni estrellas.

Pero contigo entre mis caderas,
si me duermes con tus besos,
si me iluminan tus ojos,
si suspiras sobre mi pecho,
no le tengo miedo al viento
ni a la tormenta que llega
encendiendo a las praderas
con sus rayos de fuego rojo.

María Elena Astorquiza V.
Santiago, 12 de Octubre del 2015

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